martes, 9 de septiembre de 2008

Al mismo abrir la puerta mis sentidos me dicen que algo anda mal...

Tres años cerrada y, sin embargo, al abrir la puerta, lo que llena mi nariz es un aire limpio y de orden, no el olor húmedo y enrarecido que esperaba...

Entro lentamente, con los sentidos alerta y con la precaución que los años de entrenamiento ha moldeado en mis gestos. En seguida, aún antes de dar al interruptor de la luz, recuerdo que no estamos solos en este mundo y me relajo un tanto. Así voy recorriendo la casa. Encendiendo todas las luces a mi paso. Con cada rincón que se ilumina, con cada objeto que la lúz hace visible a mis ojos, me llegan los fantasmas de tu risa y de tus gestos. El fantasma de nuestra pasión consumiendose en este y este rincón. El de los besos que nos dimos, aquí, en este lugar y alla, en aquel otro...

Un rictus de amargura se dibuja en mi rostro mientras mis manos se posan en los objetos, los muebles, las paredes, la ropa de los armarios...

Todo está en su lugar. Pulcramente lavado, planchado, guardado en el lugar que le corresponde. Demasiado orden y limpieza. O quizás no, quizas es que es lo que es. Una casa donde no habita nadie y donde se han limitado a conservarla tal como estaba. Con la eficiencia y pulcritud con que el ejercito ejecuta todas sus ordenes.

Abro la nevera. Vacia de cualquier resto de comida. Tan solo botellas de agua, refrescos y cerveza. Cojo una cerveza y vuelvo al comedor. Sentado en el sofá, fumo un cigarrillo tras otro, dejando pasar los minutos. Consumiendome con los recuerdos. De pronto recuerdo algo. Subo al piso de arriba, confiando en la estricta y eficiente pulcritud de las ordenes. Abro el doble fondo de un armario. Han sido estrictos. Hay estan mis bolsas con todo cuanto voy a necesitar a partir de ahora. Vuelvo con ellas al comedor y, mientras compruebo su contenido, descuelgo el auricular y marco un número. Al primer sonido de llamada, descuelgan al otro lado.

- He vuelto...

Es todo cuanto digo antes de colgar.

Desde donde estoy sentado, puedo ver la entrada, pero estoy de espaldas a la ventana. Aún así no me hace falta mirar. Se que, al mismo descolgar el auricular, se han disparado un par de alarmas y hasta se cuales son. se que el coche que ha estado rodando lento alrededor de la manzana, ahora ha tomado una posición de seguridad en la esquina, frente a esta casa. Se que ahora mismo esta llegando otro coche que se para a la altura de la ventanilla del conductor del coche apostado. Se que intercambian algunas palabras. Se que el segundo coche avanza hasta pararse frente a ka casa. Se quien se baja ahora mismo de del coche y se dirije hasta la puerta. Se que se lo pensará un par de minutos, ahí plantado, ensayando que demonios va a decirme. Y se que se preocupa en vano...

Estoy lleno con la helada de la muerte. Con la escarcha que estalla rompiendo mi corazón en diminutos pedazos que vuelven a juntarse con esfuerzo, para ser despedazados de nuevo. Soy un cascarón hueco de vida y lleno de una rabia que no descansa...

Moriste en mis brazos...

¿Que cree que puede decirme y curarme de esto?...

No hay nada que pueda curarme de esto. Excepto su verdad. Espero.