El deseo es como estar en la orilla del mar, cubierto de agua hasta el pecho. Llega una ola y te cubre por completo, anulando tus otros sentidos. Pasa y, por un momento, todo esta en su lugar, para desaparecer con la siguiente oleada. Si haces esto durante un buen tiempo, sales del mar cargado y renovado de energía. El mar tiene este poder, como el viento o la luna, tienen el suyo propio.
Así es como siento el deseo de tí, en oleadas, que, a veces me dejan la calma de la vida cotidiana, y a veces me cubren por completo, ahogando todo lo demás. Ese es el objeto de este deseo, ahogarme por completo en él. Para comprenderlo, como te digo, mírate desnuda ante el espejo. Contempla cada parte y el todo que tu eres. Naciste para desear y ser deseada. En eso no eres diferente a los demás. Ese cuerpo que ves, esa vida, ese brillo en el fondo de tus ojos. Eso que contemplas, es mi deseo.